RELATOS Roberto Molinares

lunes, 4 de mayo de 2020

El Mito de la Caverna


"Ver a una mujer desnudarse siempre es un espectáculo, 
pero ella parecía hacerlo para no enfriarse"


Me había separado del grupo cuando me sorprendió la lluvia. Regresé y me refugié en la caverna. 
Trataba de acostumbrarme a la oscuridad cuando noté una silueta sigilosa  que también se introducía,
pero de inmediato me relajé. Era una de las chicas del grupo.

─ ¿Dónde está el resto? – Pregunté. La chica se sobresaltó y agudizó la mirada hasta descubrirme.
── No sabía que estabas aquí. Me has asustado.
── Lo siento. Creí que me habías visto.
── No, no te había visto. El grupo ya debe ir lejos. En algún lado deben estar guareciéndose.

Encendí la linterna. Su sombra agigantada se proyectó contra las rocas. El cabello se le había vuelto tirabuzones por la humedad, escurría agua como una fuente. Era curioso, ni siquiera la había detallado estando en el grupo, ni le había dirigido la palabra, pero ahora me parecía muy guapa a pesar de su baja estatura. 

La temperatura empezaba a descender. La chica se sacó la camiseta sin prejuicio. Dejó al descubierto un sujetador de encaje blanco tras el cual se adivinaban redondos pechos. Exprimió la camiseta. Para mi asombro, procedió a bajarse el corto y deshilachado pantalón. Ver a una mujer desnudarse siempre es un espectáculo, pero ella parecía hacerlo para no enfriarse. Quedó en una diminuta pieza. Sus glúteos eran dos rocas y sus muslos brillaban húmedos. No se quitó las botas. Yo temblaba aunque que no podía saber si de frío.

La imité. Me quité la camisa y la retorcí.

── Tienes manos grandes. – dijo con una sonrisa. Aquella frase levantó mi orgullo. Mis pantalones pesaban, al deslizarlos, mi situación se hizo evidente. Una parte de mí parecía a punto de estallar. La chica se estremeció alcanzada por una corriente de aire.

── ¿Tienes fuego? –Preguntó tiritando.
── Fósforos, pero están mojados. – Mentí. Hubo un largo o corto silencio, no lo sé. Luego dijo.
── Va caer la noche. Tenemos que hacer algo si queremos sobrevivir.

Sonaba lógico. Tras un intercambio de miradas, la pequeña chica dio un salto y cayó a horcajadas en mi cintura. Se amarró con sus piernas haciendo una llave para no caer y rodeó mi cuello con sus brazos. Sorprendido, la sostuve por los glúteos. 
Afuera cayó el rayo en medio del frío y la niebla. Dentro de mí estallaba el calor.


La linterna rodó. Nuestras sombras unidas semejaban un minotauro en la pared rocosa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario. Es un aporte muy valioso para mi.

Leyendo a Will Storr. La Ciencia de contar Historias.

Roberto Molinares, Artista Plástico, Narrador Venezolano y Docente Universitario de UNEARTE, autor de la obra: "Jalados por los cabello...