"...Cada mañana, cada despertar, cada oración, me da la razón
cada sueño es regocijo para mi vida"
Dedicado a los protagonistas, los Jóvenes de la Iglesia Evangélica Libre de Propatria:
En 1986 yo tenía 23 años. La tecnología existente para "no olvidar", consistía en la práctica de grabar cualquier idea que rondara nuestra cabeza, en casetes de cintas de audio. El otro recurso con el cual yo contaba para registrar alguna melodía que surgiera y flotara de forma fugaz en mi inconsciente, era justamente el recurso con el que cada ser humano ha sido dotado de forma natural, nuestra propia memoria.
Al no tener conocimientos formales de música, estaba impedido de escribir la melodía que se me ocurriera, por lo tanto, debía repetirla una y otra vez hasta que estuviera seguro que no se me iba a desvanecer con el soplo de cualquier viento.
Cabe anotar, que existen terribles enemigos de una melodía naciente, uno de ellos, es la irrupción de cualquier otra música a alto volumen, una pequeña distracción o desconcentración, cualquier cosa. Las ideas son semejantes a peces en el mar, son conceptos escurridizos que pueden huir ante cualquier movimiento brusco.
La herramienta para no olvidar mis propias canciones |
Otra manera de compararlo sería la siguiente, la memoria es como un frasco de perfume que dejamos abierto. Si no ponemos las ideas por escrito, al regresar por ello, encontraremos el envase sin aroma alguno, totalmente vacío.
Por ello, un individuo que se precie de ser creativo, debe portar un diario, un cuaderno de anotaciones, un lápiz afilado y disponer de una antena entrenada para captar ese regalo del cielo que muchos llaman "Inspiración". Los griegos creían que las musas susurraban ideas creativas a los hombres. Otros por el contrario, consideran que la inspiración es el producto de nuestra búsqueda, el fruto de nuestro trabajo. Lo cierto es, que muchos buscan a toda costa las genialidades, pero pocos la encuentran.
En la mañana del 14 de abril de 1986 había asistido a la Universidad Central de Venezuela, la UCV, donde estudiaba la carrera de Artes.
Al mediodía había salido de clases y me había dirigido al centro de Caracas. Iba hacia cine Ayacucho, ubicado frente al edificio del Capitolio Nacional. Había llegado hasta allá, para ver qué nueva película de Kung fu estaban proyectando. Mi hermano Arnaldo y yo, éramos seguidores de la disciplina y amantes del cine de acción asiático y acudíamos con frecuencia a dicho cine, que tenía la modalidad de "continuado". Uno ingresaba a la sala en cualquier momento del film. Bien podría ser durante el fragmento final o intermedio, pero casi nunca al principio. Lo cierto era, que encandilado por la claridad, uno buscaba al tacto cualquier butaca vacía e iniciaba el loco ejercicio de mirar la pantalla para ir atando cabos o haciendo suposiciones. Si la película terminaba abruptamente, uno debía esperar con paciencia que la proyección iniciara de nuevo para dar lógica al rompecabezas.
Proceso Creativo
En esos entonces, acostumbraba a tararear mientras caminaba, una práctica que mantengo hasta hoy. Entonces, justo al pasar frente al cine, me acometió una melodía que me parecía familiar, una melodía que sin embargo, no parecía tener dueño todavía. De mis labios salía una cadencia que pronto tuvo algunas frases. Era el fenómeno inicial del proceso de la composición que yo llamo, "El fraseo". Estaba surgiendo una idea, el hemistiquio de un verso, un fragmento que me daba pie a expresar alguna línea melódica. ¿De dónde salía la melodía? Parecía venir al mismo tiempo, desde fuera y desde dentro, como estar escuchando una emisora algo difusa, mal sintonizada. Es allí, donde es necesario sacar la antena y afinar la recepción. Una canción o el germen de ella, está siendo otorgado. La inspiración, es un verdadero don Divino, un regalo del Cielo. El milagro estaba aconteciendo.
Una reliquia. Hoja original donde escribí el tema |
Si entraba a ver la película, iba a perder esa idea aún sin consistencia que se debatía como una vela a punto de apagarse. Me iba a exponer a oír infinidad de gritos de kárate y el sonido de los impactos de los combatientes. Los maullidos del idioma chino, ya fuere Cantonés o Mandarín (daba lo mismo), no me iban a favorecer en lo absoluto. Tomé uno de mis cuadernos y comencé a escribir.
Sin grabador, sin posibilidad de escribir notas, me quedé en las afueras del Capitolio, martillando la melodía, repitiéndola una y otra vez, hasta que poco a poco se me concedió la letra.
Las ideas restantes llegaron y completaron el discurso. Mis pensamientos giraban en torno a la experiencia de vivir junto a Dios. Me parecía lo más hermoso del mundo. Junto a Él, todo era transformado y sometido a un cambio absoluto, aún mi propia visión de la vida cobraba una dimensión nueva, distinta. Vivir junto a Dios, era sentirme acompañado de su presencia e iniciar una aventura llena de bendiciones. El tema desbordaba alegría, dulzura, cosas buenas.
El cantautor Guillermo Carrasco |
Mi amiga Lila Segovia, me dijo: "Parece una canción escrita por Guillermo Carrasco". El tema en boga, del cantante de pop venezolano al que hacía referencia mi amiga, era, "Lazos de amistad".
En realidad no existía similitud alguna, ni en estilo, ni en musicalidad. La comparación venía dada por los altos ideales expresados en el tema del cantautor de "Son las seis de la mañana" y otros tantos éxitos de los años 70 y 80.
Nuestro tema posee elementos rítmicos y melódicos que lo inscriben en un formato bastante cercano a al estilo del bossa-nova y es susceptible a recibir arreglos de jazz. La canción produce efectos de plenitud que armonizan el espíritu. Sensaciones de gratitud. Queda la certeza de que la vida es hermosa y que Dios está de nuestro lado.
Pronto la canción se volvió parte de nosotros, se convirtió en un himno que interpretamos en distintos escenarios.
El día de mi boda con mi amada |
La hoja mecanografiada muestra signos de antigüedad, 35 años, pero el tema sigue vigente. |
Lila Segovia, Músico, Directora Coral y Profesora Universitaria |
Lila Segovia, Magbis Andarcia, Víctor Haniel Andarcia, Magdiel Martínez, Florimar Martínez, Elba Ramos, Alexis Chona |
David Molinares |
Excelente. Ya sabía que detrás de esa canción había una buena historia.
ResponderEliminarMuy bueno eso de hacer un cuadro con las fotos de los que cantaron la canción en su momento.
Te advierto que soy un fanático de la gaita zuliana, y puede ser que si hubiese sido jurado me hubiese tranzado por ella. Pero la verdad es que de esa gaita ¿qué se sabe? en cambio...
Siempre he admirado a los que saben componer. Y más a los que pudieron hacerlo en aquellos tiempos en que la cabeza era el mejor recurso para almacenar información.
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ResponderEliminarQue bendición mi hermano, me remontaste a esa línea de los jóvenes cristianos de aquel tiempo, quizás nunca pensaste que "esa canción en la boca de tu hijo David la entonara con la fragancia y el sentimiento del escritor, pero sí, es realidad es como el mismo Roberto interpretándolo con el sentimiento de su espíritu", aplaudo a nuestro Señor y abrazos fraternos por tan hermosa experiencia del historial contada por su autor y cantada por David, entiendo el sentimiento a la hora de la ejecución de la canción acompañada con la guitarra, transcribo lo dicho por ti afirmándolo también " En su interpretación, está la garantía de que la canción sea conocida por las nuevas generaciones. En un mundo artístico y musical, saturado de letras musicales decadentes, donde se le llama "talento", a las expresiones humanas más bajas, es necesario levantar la voz y anunciar lo excelso, lo puro y lo hermoso" Ahora escucho la canción y sabes qué...? Me gusta más. Nuestro deseo sea de proyección de impacto para esta generación de jóvenes y bendición exaltando al Señor con vuestras gargantas, con sus manos y sus corazones..... Felicidades amados una vez más y siempre en Cristo Jesús
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